Cuando va a atacar, primero te avisa. Te lo dice sonriendo y, cuando ha terminado, te levanta y te quita el polvo con ternura, te pregunta si te ha hecho mucho daño y cosas asi, como un ángel, un ángel deformado. No te creas que le importa hacerte daño, aunque si aparentarlo. Es como un largo trago de café granizado, helado, medio dulce medio amargo e irrita los intestinos, sabes que no es sano pero tomas y tomas. No se, a veces extraño no volver a casa con las medias rotas, las rodillas magulladas y hemorragias internas que tiñen de rojo mi bañera y me lanzo a las calles tan neviosa y excitada que no los diferencio. Yo no quiero hacerlo como los demás sólo quiero hacerlo igual de mal y amanecer sin ganas de vomitar.
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yo extraño la sangre!!!
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