Ella baila con el sexo exfoliado y el corazón retorcido como la cola de una cerda,
la danza de la noche, la danza de fruta que se pudre en el cubo de la basura. La danza vacía de los sueños habitados por monstruos. La danza del mundo de neon, la bujía que no hace chispa, el suave zumbido del mecanismo perfecto, la carrera de velocidad en una plataforma giratoria, el dólar a la par y los cuerpos muertos y mutilados. Centímetro a centímetro, milímetro a milímetro desliza por la pista el cadáver copulador. Y después, zas!. Como si desconectaran un conmutador, cesa la música de repente y con la interrupción se para, con los brazos y las piernas intactos, como hojas de té que bajan al fondo de la taza.
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