complaciente

Mad Men derritió mis retinas, mi razón y durante un tiempo me cambió; desplacé a Simone Weil para avalanzarme sobre Peyton Place, me hacía moños altos adornados con cintas de raso y me vestía con jerseys prietos y faldas de talle alto. Fantaseaba con hombres bien parecidos y sus esposas cornudas para el día-día,perdidos en romances conmigo,una pulposa obediente en regios buffants. Hasta me compré un delantal de puntillas blanco, horneaba magdalenas para desayunar y pastel de carne para merendar. Fumaba pitillos finos y bebía martinis con tres aceitunas pinchadas en un palillo. Ya se me paso, por suerte, gracias cincuentas por mostrarme la mujer que no quiero ser, viva la toma de decisión, di no a ser sólo decoración!!!

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