Viajar en coche de San Francisco a Las Vegas, en un cadillac (dorado del 68), que me lleven, en rokis, camiseta de tirantes y chanclas, las uñas de los pies rojo cereza, vaso enorme de coca-cola light con pajita e ir comiendo chocolatinas, chupa-chups de fresa ácida y chicles de regaliz negro, fumando y cantando; toda la parte de atrás llena de los envoltorios y los vasos usados, los pies sobre la guantera, dormir en habitaciones sucias de moteles de carretera y desayunar copas de helado con chantilly y guinda con rabito roja.
Nota: llevar una polaroid para fotografiar todos los baños de las gasolineras.
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